Heme aquí otra vez, sentado en mi cama frente al monitor de mi computadora pensando que escribir para este blog. No deseaba dibujar, pero el no hacerlo hubiera sido una falta de respeto para mi blog (aunque preferí modificar una vieja foto pues no me dio ganas de hacerlo). Me he auto-exiliado. Me he perdido en un lugar donde antes yo era el rey. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que compartí más de 5 minutos de diálogo con alguna persona. Hace poco me dijeron huraño. Pero yo no creo serlo. Soy más bien un tipo jactancioso que exige respeto a su soledad, la cual disfruta a su manera.
Las personas están acostumbradas a ver y burlarse de las apariencias o semblantes. Son muy pocos los que pueden entender que detrás de un bonito empaque se esconde algo estropeado. De alguna manera me está yendo bien. Hablo menos pero comprendo más. Por ejemplo hoy comprendo que es muy fácil actuar o hablar sin pensar. Sin divisar que lo que se diga pueda afectar a algunas personas. Y no hablo de mí, porque afectado no soy, me refiero a terceras personas que a pesar de soportar antes una vergüenza muy grande, tuvieron que aguantar lo dicho por un bocón. O por algún hipócrita que nunca falta.
El motivo del por qué hablar algo que afecta a alguien inocente, no se entiende. Hoy nadie conoce el dolor de la verdadera persona afectada en todo esto. Por mi lado, yo me siento un monstruo en metamorfosis y me denomino a mí como monstruo por qué sé que no soy perfecto y sé que antes cometí mil errores, pero en esta metamorfosis aspiro a cometer menos errores. Me estoy volviendo humano, me estoy dando cuenta que hay cosas que es mejor no hablar ni contar, pues caras vemos, pero malas intenciones no.
No sé cuantas veces he vuelto a empezar de cero. Pero esta vez es muy importante, hasta creo que me amisté con Dios. Hoy incluso a pesar de haberme refugiado hasta completar mi transformación en una mejor persona, estoy muy bien. Quizás en todo esto, tuve mucha suerte. Pero nunca había estado tan bien como hoy. Ya estoy curado de todo. Los errores quedaron atrás, de los errores aprendí y de los errores lindos me he vuelto muy amigo.
El reloj no se detiene, sus manecillas dan miles de vueltas. Al igual que el mundo. Y lo sé muy bien. Yo que nunca me preocupé por esas cosas. Algún día, quizás un día de estos, el tiempo me dará la razón. Yo jamás me metí en los errores de los demás, ni mucho menos los pregoné. Lo bonito de todo es que mis errores se volvieron mis amigos. Los errores se volvieron aciertos. La maldad la tiré al tacho.
Nadie muere por estupideces, menos yo que cometí miles. No soy padre ni niñero de nadie. Jamás lo fui ni quise ser. ¿Estaré madurando? Tal vez, pero creo que me he vuelto mi mejor consejero. Mi pasado es mi amistad más fuerte. Cuido mi pasado porque me ayudó a madurar para el futuro. Detesto que se metan con mi pasado, pero más detesto ahogarme mientras otros ríen. Solo yo sé que los goles se celebran y los autogoles es mejor no contarlos para que no se aprovechen de ellos. Así que hoy celebraré mi gol: pues así nomás no se celebra la obtención de un título que será para toda la vida. Un título incondicional.
Recuerdo una ambición, recuerdo que yo entré a la universidad con una meta. Ser de los mejores de la generación. El monstruo quedará atrás muy pronto y volveré con todo a mi meta. Y heme aquí otra vez… a punto de empezar otra vez mi sueño. Empezar de cero me ha servido. Encontrarme conmigo mismo y matar al monstruo servirá para lograrlo.